50 AÑOS DE SAINETE

7 de enero de 2025

50 AÑOS DE SAINETE
Casi medio siglo ha pasado desde que nos despojamos, según nos contaron, de «las cadenas de la dictadura». ¡Qué efeméride tan digna de celebración! En 2025, alzaremos nuestras copas (con champán francés,nada de Cava ni de espumoso extremeño, por supuesto) para brindar por 50 años de una transición modélica, un prodigio de ingeniería política que, con sus “pequeños” defectos, nos condujo a una España moderna, libre y próspera… allá por los 80 y 90, claro. Porque después, bueno, después la cosa se puso un poco… interesante.
Resulta que la igualdad ante la ley, esa joya de la corona de cualquier democracia que se precie, se ha convertido en una especie de mito urbano. Ahora tenemos ciudadanos de primera y de segunda, dependiendo del código postal, bueno y en Lorca hasta ciudadanos de 5ª según la calle. Y qué decir de la justicia, esa dama ciega que, al parecer, tiene un ojo muy abierto para ciertos “amigos” del poder. Delincuentes y traidores reciben indultos y amnistías como si fueran caramelos, mientras otros, los de a pie, esos que no tienen un buen padrino político, sufren el peso implacable de la ley. ¡Qué bonito es el equilibrio!
Y no olvidemos a nuestros íntegros políticos, esos adalides de la transparencia que, con una habilidad digna de Houdini, consiguen llenar sus bolsillos sin que nadie se dé cuenta (o al menos, sin que nadie haga nada al respecto). Al fin y al cabo, pequeños “deslices” que quedan diluidos en el gran mar de la corrupción sistémica.
Luego está el Estado, ese ente abstracto que, según nos dicen, vela por nuestro bienestar. Pero cuando llegan las inundaciones (como las recientes en Valencia, un auténtico vodevil de la ineptitud), descubrimos que es más bien un caos desorganizado, una orquesta sin director donde cada músico toca su propia partitura. Desde el ayuntamiento hasta el gobierno central, pasando por las confederaciones hidrográficas y demás satélites financiados con dinero público, todos parecen estar más preocupados por salvar su propio pellejo que por ayudar a los ciudadanos. ¡Un verdadero ejemplo de eficiencia administrativa!
Y qué decir de las promesas vacías,recordad los encierros del Covid, esos cantos de sirena que nos repiten una y otra vez. “No quedará nadie atrás”, nos aseguran con una sonrisa de anuncio de dentífrico, mientras nos invitan a endeudarnos hasta las cejas y nos prohíben ganarnos el pan honradamente. ¡Qué generosidad!
Pero tranquilos, que aún nos queda el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (echen un vistazo a la noticias, si tienen estómago) o el recuerdo de los ciudadanos de Lorca, clamando durante 13 años por protección ante las inundaciones, mientras el Estado miraba hacia otro lado, silbando una melodía alegre. Y mientras tanto, cada vez más personas duermen en la calle, mientras nuestros gobernantes organizan pomposas reuniones en auditorios para “tratar el tema”. ¡Qué dedicación!
Pero no desesperemos. Comienza un nuevo año, y con él, la oportunidad de seguir aguantando este sainete. ¿Exigir gestión eficiente de nuestro dinero? ¿Pedir el libro de reclamaciones cada vez que nos den cita con el médico para dentro de quince días? ¡Qué ocurrencia! Mejor sigamos aplaudiendo con las orejas y aceptando nuestro destino con una sonrisa resignada.

Alfonso Rodríguez

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