Pan y circo… ¿Siguen dando felicidad? por Manuel de Jesús García

18 de septiembre de 2024

Pan y circo… ¿Siguen dando felicidad?
Parece que no. Da la sensación de que ya no cuela tanto como antes.
Es posible que un inmenso número de ciudadanos españoles se sienta cada día más decepcionado con el panorama que lo rodea y que lo afecta cada día más de cerca.
Los adultos mayores españoles ven sus pensiones más mermadas, debido a que, en la mayoría de los casos, sus escuetos ingresos por este concepto se disuelven en el coste de alimentos, bienes y servicios.
Los jóvenes han sido «entretenidos» con bonificaciones para viajes, teatros, espectáculos, etc., que no pasan de ser catalogadas como circo, puesto que la realidad les pone frente a un futuro incierto: adquirir una vivienda es un sueño casi imposible de realizar; emanciparse y vivir en alquiler también es una misión imposible. Los sueldos son precarios y el empleo de calidad brilla por su ausencia, y en la mayoría de los casos no se corresponde con la formación académica o profesional que se tenga.
Si bien es cierto que España tiene un excelente sistema de sanidad, no es menos cierto que, así como en el caso de la vivienda, no se están viendo inversiones contundentes en el país. Hay zonas en las que los centros de salud no cubren las necesidades, y las consecuencias se traducen en presión para los trabajadores sanitarios, largos tiempos de espera para la atención y diagnósticos, así como deficiencias en la capacidad de hospitalización y disposición de quirófanos y equipos. Estos, entre otros detalles.
Cabe mencionar el inminente problema migratorio con sus múltiples consecuencias. No se notan movimientos concretos que hagan creer a los españoles que se está resolviendo el problema, que afecta en mayor o menor medida a toda la población española. Muchos se sienten en segundo plano y perciben que detrás del manejo del problema se ocultan intereses políticos y económicos, con negocios turbios que benefician a unos pocos.
Por otro lado, no hace falta ser muy culto o intelectual para entender que nuestro poder ejecutivo y sus componentes nunca son convincentes. Es frecuente y habitual decir una cosa hoy y mañana jurar otra
totalmente opuesta. La autocontradicción es la norma diaria del Gobierno Central, desde la figura más elevada, pasando por los ministros, vicepresidentas, asesores, asesores de los asesores, y asistentes de los asesores de los asesores y sus secretarios. Y así, notamos la burocracia más costosa e ineficaz de la historia de España.
Tampoco gusta a muchos españoles la cada vez más mermada calidad de los bienes y servicios públicos dependientes del gobierno central, como las carreteras en mal estado, el transporte deficiente y cada vez más caótico del servicio ferroviario, el cual está generando un crecimiento del malestar entre los usuarios, víctimas de la horrenda gestión que se está realizando.
Hay quienes se decantan por observar la estrepitosa gestión diplomática, conducida por la incompetencia y la mala praxis, poniendo una cara desagradable de España en el ámbito internacional.
No es posible pasar por alto el comentario de que España va como un cohete, con rumbo a la galaxia del endeudamiento: nunca hubo tanta deuda.
Nunca hubo tanta inflación, ni tanta recaudación fiscal, la cual no se aprecia suficientemente traducida en la satisfacción de la gente. Parece que no hay el equilibrio adecuado.
Podría llenar páginas y más páginas mencionando tan solo algunos de los tantos problemas que tenemos, pero creo que habrá que desgranarlos y analizarlos por separado en otras publicaciones.
Lo que queda claro es que lo del pan y circo solo está funcionando para quienes pretenden domar a los leones que no se creen el cuento.
Manuel de Jesús García

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