En el número anterior de esta encantadora publicación, comentamos temas relacionados con la política de distracción que el Gobierno emplea para hacer creer a los españoles que vamos como un cohete, que todo está bien y que los problemas que tiene nuestro país son culpa de los opositores y de los gobiernos anteriores, incluido el de Franco.
Pero los españoles no somos tan tontos ni estamos en condiciones de seguir creyendo en cuentos y fábulas que los cuentacuentos, designados para tal fin, pretenden hacernos creer cada día, intentando lavarnos el cerebro con nuevas e increíbles leyendas.
¿Quién puede creer los resultados estadísticos que publica el instituto dirigido por el señor Tezanos? ¿Dónde están las cientos de miles de viviendas que nos han prometido? ¿Quién puede dar fe y demostrar que la cesta de la compra es más barata, cuando unos días atrás afirmaron tal estupidez y, a la semana siguiente, eliminaron los descuentos por concepto de IVA en varios productos de primera necesidad, lo que, matemáticamente, aumentará el desembolso del consumidor? Es decir, la comida sigue encareciéndose y nuestro ya mermado poder adquisitivo disminuye cada vez más.
Es triste y vergonzoso ver y escuchar las retóricas demagógicas de los voceros del gobierno en todos los niveles. Sin embargo, cada día nos vamos creyendo menos sus engañosos cuentos.
¿Por qué no se publican con la misma insistencia el nivel y la cantidad del endeudamiento que crece considerable y constantemente, y que será, sin duda alguna, el legado que este gobierno dejará a quienes le sucedan y a nuestros hijos, nietos, bisnietos y demás generaciones? A pesar de la draculesca recaudación fiscal, no se ingresa en las arcas el dinero suficiente para cubrir los gastos. Hay muchas ONG, chiringuitos, asesorías, viajes, dietas, eventos, reconocimientos y todo tipo de innecesarias subvenciones que los españoles debemos pagar porque el Gobierno así lo ha decidido.
También hay muchas «paguitas» que seguir concediendo a quienes vienen a buscar un futuro fácil, sin trabajar mucho.
Da la impresión de que el Gobierno firma los talones a diestra y siniestra, y que los españoles solo tienen que cubrir con sus tributos los números rojos. Mientras tanto, seguimos esperando que los cuentos se hagan realidad. Siguen entreteniendo a la población, sobre todo a los jóvenes, dándoles bonos y ayudas para divertirse, mientras viven en zulos o amontonados, porque no pueden pagar una vivienda digna o deben seguir con sus familiares, proyectando una emancipación cada vez más futurista e incierta.
Estimados e invisibles amigos, les invito a reflexionar: ¿seguimos contemplando el circo y sus fantásticos cuentos mientras nos comemos un pan cada vez más caro, o tomamos las decisiones correctas para entender la realidad?