DESIERTO SONORO

25 de abril de 2025

Huele a azahar al son de los tambores procesionales que ejercitan sus baquetas y aunque las RRSS nos quiten la alegría con opiniones vertiginosas, la tradición se impone en nuestra cultura y rompen los sentimientos más profundos para salir a la calle, a mezclarnos con la gente apasionada, detrás de una imagen. No obstante, Murcia pende sus presupuestos de la migración, tan apelada para justificar desequilibrios sociales. A tenor de este tema resuenan en mi cabeza la frase de Valeria Luiselli «Los niños son los más vulnerables de todos los migrantes”, cuando denuncia en su libro “Los niños perdidos”, el sistema migratorio norteamericano. Y es que no somos tan diferentes de los políticos de allende.

La llegada de menores no acompañados pone en tela de juicio la protección y los derechos humanos que no están del todo asegurados para estos. Recordemos que muchos de ellos vienen engañados y que, al alcanzar la mayoría de edad, se enfrentan a una realidad cruda, que los hace más vulnerables aun, quedando expuestos a riesgos como la explotación laboral y sexual, pues carecen de formación profesional y del arraigo que supone una familia.

Así mismo, son cada vez más las noticias relacionadas con la explotación de mujeres migrantes en España y parece que este tema poco interesa al vulgo y mucho menos a la aristocracia política, que puede hacer uso de los servicios que ofrecen, obligadas por las mafias. .

Según datos de Cruz Roja, el 96% de las víctimas de trata atendidas son migrantes, siendo la mayoría mujeres sometidas a explotación sexual y laboral. Estas mujeres, a menudo en situación irregular, enfrentan múltiples formas de violencia y discriminación según un Macroestudio sobre trata, explotación sexual y prostitución de mujeres. En Murcia, aunque con una tasa inferior a otras CCAA cercanas (podría haber 3.000 mujeres en 2024) sin embargo actualmente han aumentado los delitos contra la libertad sexual con un incremento del 19% en violaciones y un 20,7% en otros delitos sexuales.

Las leyes migratorias en España generan condiciones que pueden propiciar la violencia contra las mujeres migrantes. En primer lugar, al dificultar su acceso a trabajos reglados durante al menos tres años, muchas se ven obligadas a vivir en la clandestinidad y recurrir a la prostitución para subsistir. Estas leyes favorecen la proliferación de redes de trata de personas con fines de explotación, como la prostitución, el servicio doméstico y la agricultura.

La violencia que sufren estas mujeres puede ocurrir tanto en el proceso de traslado como en la explotación posterior, y esto podría evitarse. En los niveles más precarios de la prostitución, las condiciones son aún más duras, generando una sensación de impotencia.

La situación de los menores migrantes y de las mujeres migrantes en España requiere una atención integral y coordinada. Es necesario poner de relieve que numerosos menores tutelados por las autonomías han denunciado abusos sexuales desde 2019.

Urgen políticas que garanticen su protección e integración, para prevenir la explotación y abuso. Y así evitaríamos frases como la de un MENA que recoge, Luiselli en su libro Desierto sonoro; “La infelicidad crece lentamente” ….y todo esto sucede al compás del tambor procesional.

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