“¿Entonces, para qué sirve leer? ”

12 de junio de 2025

“Maestro, he leído muchos libros… pero ya olvidé la mayoría. ¿Entonces, para qué sirve leer?”
Esa fue la pregunta de un alumno curioso.
Y el maestro… no respondió. Solo lo miró en silencio.
Pasaron unos días. Estaban sentados junto a un río.
De pronto, el anciano le dijo:
— Tengo sed. Tráeme un poco de agua… pero usa ese colador viejo que ves ahí en el suelo.
El alumno lo miró desconcertado. Era un pedido absurdo. ¿Cómo iba a traer agua con un colador lleno de agujeros? Pero no se atrevió a contradecirlo. Tomó el colador y lo intentó. Una vez. Y otra. Y otra más…
Corría, llenaba, perdía toda el agua en el camino.
Intentó ir más rápido. Tapar los agujeros con las manos. Cambiar de ángulo…Nada funcionaba. No podía retener ni una gota.
Agotado, frustrado, se sentó a los pies del maestro y dijo:
— Lo siento. Fracasé. Era imposible.
El maestro lo miró con ternura y le dijo:
— No has fracasado. Mira el colador.
El alumno lo miró.
Y entonces lo notó: Aquel colador sucio, viejo y ennegrecido… ahora brillaba. El agua, al pasar una y otra vez, lo había limpiado.
Y el maestro continuó:
— Así es la lectura.
No importa si no recuerdas todo lo que lees.
No importa si el conocimiento parece escaparse de tu memoria como el agua del colador…
Porque mientras lees, tu mente se limpia.
Tu espíritu se renueva.
Tus ideas se oxigenan. Y aunque no lo veas, te estás transformando por dentro.
Ese es el verdadero propósito de leer. No llenar la memoria… sino limpiar el alma.

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