Es un hecho cierto que predecir el futuro es una actividad que se circunscribe a los pitonisos, magos, adivinos y, en muchos casos, a los científicos que siguen comportamientos estelares, biológicos, matemáticos, etc. Sean cuales sean los predictores de acontecimientos a ocurrir, a los españoles no se nos puede profetizar con seguridad nuestro futuro más cercano.
Es tan incierto nuestro futuro, sobre todo en los aspectos políticos, sociales, económicos y derivados de estos. Esa incertidumbre se deriva fundamentalmente de la inconsistencia del Gobierno Nacional, el cual depende de variables y condicionantes que impiden una gestión que pueda satisfacer las demandas de la gran mayoría de los ciudadanos del país.
Esta legislatura depende de las voluntades o involuntades de los socios con los cuales pactó Pedro Sánchez para satisfacer su ego, de complacer su actitud narcisista, la cual algunos entendidos han descrito como psicopatía. No somos capaces de profundizar en esos aspectos de la ciencia del psicoanálisis; no obstante, sí es posible comentar que a veces, y con frecuencia, los españoles nos sentimos en un limbo, gracias a la base de gelatina sobre la cual se sostiene el Gobierno, el cual depende del criterio o el capricho de un prófugo que chantajea y manipula al presidente y a sus acólitos a su antojo.
Esta legislatura, con carencias de magnitud elevada, como es la de los Presupuestos Generales, trae como consecuencia la improvisación y el desorden, próximo al caos, que afecta la toma de decisiones trascendentales en el acontecer cotidiano de todos nosotros. .
La imposibilidad de acuerdos para legislar y decidir acerca de problemas como, por ejemplo, la inmigración incontrolada y las subsiguientes consecuencias que se siguen generando, con males que van incrementándose; la situación descontrolada relativa a la vivienda; la carestía de los elementos más básicos de los hogares españoles; el crecimiento de las cifras de delitos de todo tipo; la saturación de la sanidad pública; la insatisfacción de gremios fundamentales del estamento productivo nacional, como es el caso de la agricultura y el control de las necesidades de dicho sector; la insatisfacción en gremios de funcionarios, como es el caso de la Guardia Civil, quienes no ven atendidos sus auténticos reclamos…
Podríamos enumerar una gran cantidad de asuntos pendientes que se siguen postergando y no van más allá de las típicas promesas o soluciones del tipo parche o chapuza, que nunca se resuelven de forma satisfactoria para quienes sienten la necesidad de que se solucionen sus problemas.
Debemos conformarnos con el discurso cotidiano y cansino, que ya nos sabemos de memoria y que no va más allá del: “España va bien, somos el país número X en el ranking X de las economías europeas y nos situamos en el mundo como una de las economías que más crece”. Los españoles no queremos seguir escuchando el discurso de la macroeconomía europea y mundial. Reconocemos que es una situación positiva para el país, pero no es lo que la mayoría de los españoles quiere escuchar. Los españoles queremos soluciones a problemas cercanos, que afectan nuestro bienestar y el de nuestras familias, nuestros pueblos y ciudades. Y estamos hartos de la permanente confrontación de los políticos que no resuelven ni solucionan firmemente los problemas de los ciudadanos.
La dialéctica progresista, cada día menos convincente e increíble del Gobierno; el incumplimiento de promesas de manera repetitiva; la inconsistencia en las acciones que se llevan a cabo; los escándalos relacionados con hechos de corrupción vinculados a los nexos cercanos al presidente; la aparente manipulación de poderes que deberían ser independientes y no dependientes del Ejecutivo; los medios de comunicación e información carentes de objetividad e imparcialidad, enchufados al Gobierno manipulador, usados como elementos de propaganda; y un sin número de insatisfacciones de la ciudadanía, entre otros muchos asuntos, han generado un creciente descontento, decepción y falta de confianza. Se escuchan con más frecuencia rumores de moción de censura, de elecciones, de dimisión, de laberintos infranqueables, de derrumbamiento y divisiones internas en el seno del partido de Gobierno, el cual ha derivado en un subpartido llamado por algunos “sanchismo”, que desconoce e ignora a sus fundadores y a muchos de sus fieles afiliados, quienes se mantienen más por tradición y costumbre que por convicción o aprobación. La exaltación de personas no idóneas a cargos vitales en el organigrama institucional y muchas situaciones adicionales que requieren un tratamiento más detallado conforman, todos, un variopinto panorama de descontento, decepción y disgusto.
Todo este panorama y la creciente insatisfacción ciudadana nos llevan forzados a desconfiar de cualquier probabilidad en el futuro inmediato. No es posible vaticinar ni predecir ningún escenario seguro en nuestro país. En primer lugar, porque quien lleva la batuta en esta orquesta llamada Gobierno a veces anuncia que va a tocar un pasodoble y luego se arranca con un reguetón, y después se desdice cantinflescamente de su argumento original. En segundo lugar, se encuentra la ambición del fugado que maneja los hilos del títere y que odia a España y a los españoles, y que solo vela por sus propios intereses y se ha venido aprovechando de la sed de notoriedad y poder del “desenterrador” de personajes históricos para conseguir sus objetivos. Por último (aunque se podrían enumerar más elementos), la misma insatisfacción creciente, el descontento y la decepción, y las críticas de la opinión internacional, que aunque no lo notemos de puertas para adentro, está observando y comentando muchos de los hechos inéditos y, en algunos casos, escandalosos que acontecen en el interior de nuestra casa.
Así que nos perdonan, pero de momento no habrá profecías relacionadas con nuestro país. Trataremos de ir comentando otros temas en la medida que se desarrollen en futuras entregas.
PREDICCIONES 2025 por Manuel de Jesús García
